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La mayoría se ubican en las artes. En la narrativa y poesía tenemos a Wilde (1997), sobre Oscar Wilde, el famoso y polémico escritor con una vida escandalosa y exitosa, pero que se enfrentó a los tabúes de la sociedad británica, la hipocresía y la estupidez; Henry y June (1990) es un viaje de nuevas experiencias eróticas y humanas de la famosa pareja, basado en los extractos más excitantes de los diarios de la escritora Anais Nin. Capote (2005) refleja la ruina moral y genialidad de uno de los escritores americanos más representativos en una época en la que perseguía la gloria literaria con una de las novelas más significativas del siglo XX. Por su impresionante papel como Truman Capote, Philip Seymour Hoffman ganó el Oscar al mejor actor en el 2005.
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Usando la biografía de David Bowie, la música está presente con Velvet Goldmine (1998), ambientada en el Londres de los 70 y el Glam Rock, mostrando su origen, evolución y sus influencias, como la ambigüedad sexual y el cinismo; además de De-Lovely (2004), la bio del legendario músico y compositor americano Cole Porter, un icono de la música del siglo XX que conoció su esplendor y sus excesos sexuales en la época dorada del Hollywood clásico. Y el cine no podía faltar con Dioses y Monstruos (1998), el relato de los últimos días del realizador James Whale, autor de Frankenstein, un retrato de la soledad y la atracción sexual en forma de cálido y conmovedor homenaje. La sensible interpretación de Sir Ian McKellen le valió ser nominado al Oscar en 1998 al mejor actor.
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Y hablando de coraje, ahora tenemos Milk, un hombre, una revolución, una esperanza (2008), el merecido y necesario retrato de un hombre que luchó por lo que creía. Gus Van Sant vuelve con una inteligente crítica a la homofobia y a “la doble moral americana”, construyendo uno de los mejores biopics de los últimos años, que más que un biopic, es toda una lección imperdible de política y tolerancia para todos.
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