Desde aquel lejano 1937 en el que se estrenó Blanca Nieves y los Siete Enanos, el primer largometraje animado de la historia, los estudios Disney nos han regalado extraordinarios clásicos cinematográficos a lo largo de seis décadas; además de haber creado a uno de los personajes más emblemáticos de la historia: el Ratón Mickey. Sin embargo, este imperio de fantasía que nació en la talentosa mente de Walt Disney, tambaleó hace pocos años hasta hacernos pensar en su final.
Luego de una última oleada de éxitos durante los 90, la crisis llegó con el nuevo siglo. Compañías como Dreamworks, Blue Sky y sobre todo Pixar, estudio socio de Disney, ya estaban produciendo importantes taquillazos en animación digital, todos los cuales conjugaban creatividad e innovación tecnológica. Por su lado, del año 2000 en adelante, la calidad de las típicas cintas de Disney fue en franco descenso, hasta llegar a dos discretos filmes: Tierra de Osos y Vacas Vaqueras, fracasos de crítica y taquilla que precipitaron al más grande estudio de animación a una crisis creativa y comercial.
Cientos de artistas fueron despedidos y se clausuró el departamento de animación tradicional, un cierre que en ese momento se pensó definitivo. Parecía que la era de los cuentos de hadas y las películas animadas a lápiz y papel había terminado para siempre. Para colmo de males, la sociedad con Pixar, el estudio que había realizado todos los últimos éxitos de Disney, acabó por romperse.
Pero felizmente la gallina de los huevos de oro no se escapó. Disney se jugó el todo por el todo, y rompió el chanchito para comprar Pixar por 7 mil 400 millones de dólares, mientras que John Lasseter, el genio detrás del suceso de Pixar, se convertiría después de esta movida en la cabeza de Disney Animation. El buen Lasseter, curiosamente un acérrimo defensor de la animación tradicional, puso orden en casa: Pixar conservaría su independencia para seguir haciendo sensacionales películas digitales, y Disney lo volvería a intentar con el clásico estilo que siempre le ha caracterizado.
Así, la animación tradicional regresará a finales de este año con La Princesa y el Sapo, y para el próximo año tendremos a otra nueva princesa Disney: Rapunzel. En el 2011 volverá otro personaje muy representativo de esta factoría: el tierno Winnie Pooh. Y en paralelo, Disney irá estrenando en formato casero cinco películas de otro de sus símbolos: Tinker Bell. No obstante, los peruanos sí podremos ver Tinker Bell y el Tesoro Perdido en pantalla grande, desde esta semana.
Luego de una última oleada de éxitos durante los 90, la crisis llegó con el nuevo siglo. Compañías como Dreamworks, Blue Sky y sobre todo Pixar, estudio socio de Disney, ya estaban produciendo importantes taquillazos en animación digital, todos los cuales conjugaban creatividad e innovación tecnológica. Por su lado, del año 2000 en adelante, la calidad de las típicas cintas de Disney fue en franco descenso, hasta llegar a dos discretos filmes: Tierra de Osos y Vacas Vaqueras, fracasos de crítica y taquilla que precipitaron al más grande estudio de animación a una crisis creativa y comercial.
Cientos de artistas fueron despedidos y se clausuró el departamento de animación tradicional, un cierre que en ese momento se pensó definitivo. Parecía que la era de los cuentos de hadas y las películas animadas a lápiz y papel había terminado para siempre. Para colmo de males, la sociedad con Pixar, el estudio que había realizado todos los últimos éxitos de Disney, acabó por romperse.
Pero felizmente la gallina de los huevos de oro no se escapó. Disney se jugó el todo por el todo, y rompió el chanchito para comprar Pixar por 7 mil 400 millones de dólares, mientras que John Lasseter, el genio detrás del suceso de Pixar, se convertiría después de esta movida en la cabeza de Disney Animation. El buen Lasseter, curiosamente un acérrimo defensor de la animación tradicional, puso orden en casa: Pixar conservaría su independencia para seguir haciendo sensacionales películas digitales, y Disney lo volvería a intentar con el clásico estilo que siempre le ha caracterizado.
Así, la animación tradicional regresará a finales de este año con La Princesa y el Sapo, y para el próximo año tendremos a otra nueva princesa Disney: Rapunzel. En el 2011 volverá otro personaje muy representativo de esta factoría: el tierno Winnie Pooh. Y en paralelo, Disney irá estrenando en formato casero cinco películas de otro de sus símbolos: Tinker Bell. No obstante, los peruanos sí podremos ver Tinker Bell y el Tesoro Perdido en pantalla grande, desde esta semana.
Es así que hasta los más grandes tienen sus tropiezos, y la tormenta ya terminó en Disney Animation. Los proyectos no paran, y Disney incluso ha comprado hace pocos días a Marvel, el gigante de los cómics y los súper héroes, una transacción que no ha dejado de resonar en los oídos de los fans. Pero lo importante es que la fábrica de sueños sigue funcionando, y esa es una buena noticia para todos los que amamos la fantasía y el cine.
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